Tuesday, November 15, 2022

 

“Acuérdate de mi…”

 

Señor Jesús, ¿ cuántas veces contemplándote clavado en la cruz, me he preguntado, por qué no bajaste de la Cruz y castigaste a  aquellos malhechores que se burlaban de ti?

 

Señor, ¿cuántas veces te he dicho que me es difícil comprender el misterio de tu crucifixión y muerte; el llamado “escándalo de la cruz”, ¿cuántas veces me he preguntado por que tenía que ser así, porque tenías que sufrir tanto?

 

La iglesia te celebra hoy como rey del universo, como rey de todo lo creado. Pero en tu palabra, en el pasaje evangélico, te encuentro en inmenso sufrimiento, aparentemente derrotado y convertido en la burla de toda aquella gente.

 

He aquí a nuestro rey: tu trono es el patíbulo más atroz, la  cruz, reservada para los peores delincuentes, ¿ tu corona?   una de espinas, tu cetro, una vulgar caña, ¿tu vestidura real? No la tienes, estás desnudo.

 

En medio de aquel doloroso espectáculo de burlas, mofas e insultos, hay una persona que comprende, uno que recibe la gracia no solamente de reprender al otro compañero de suplicio sino también de dirigirse a ti y pedirte, “Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu reino”.

 

Señor, El buen ladrón comprendió quien eras y también el sentido de tu muerte.  Entendió que morías por amor a él, por amor a mí y por amor a toda la humanidad.

 

Comprendió también que tu muerte no era el fin, que no era una derrota,  omprendió que entrarías triunfante en tu reino y te pedía te acordarás de él en tu momento de tu triunfo.

 

Señor Jesús, hago mía la petición humilde del buen ladrón, “acuérdate de mí, pobre pecador, cuando estés en tu reino “.

 

Durante mis días de estudiante, en el colegio, aprendí a rezar la oración de las tres.  Aprendí a todas las tarde  a esa hora , a transportarme en espíritu al monte Calvario  y unirme a María  y al discípulo amado  al pie de la cruz  y allí pedirte perdón por mis pecados que son la causa de tu muerte. Y darte gracias por la salvación que nos regalaste en ese momento a toda la humanidad. 

 

Gracias también por habernos dado a María , tu madre por madre en aquella hora de salvación. 

 

Y Señor, “Acuérdate de mí cuando estés en tu reino “. Gracias, Señor.

 

 

El Caballereo de Nuestra Señora

 

 

 

 

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