El LLAMA A CADA UNA PO SU NOMBRE
En la isla del
Caribe donde yo nací no se crían ovejas probablemente debido al calor que hace
especialmente durante los meses de verano.
De niño había
escuchado cuentos de ovejas, especialmente aquel que dice que dice,” María
tenía una oveja como la nieve de Blanca “.
Para mí
entonces, la oveja era un animal exótico, algo que yo deseaba ver como también
deseaba ver la nieve/
Por los años 60
fui a estudiar a España. Comencé con un curso de verano que tenía lugar en el
campo, en las montañas en las afueras de Madrid, al principio de la Sierra de
Guadarrama Allí vi por primera vez no
solo una oveja sino rebaños de ovejas.
Comprobé que
ciertamente cada oveja, cada rebaño reconoce la voz de su pastor. Me explicaron
que las ovejas tienen muy poca visión. Para compensar la Naturaleza las ha
provisto con una gran sensibilidad de oído.
Cada oveja tiene un nombre propio y responde cuando el pastor que las
conoce por nombre, las llama por su nombre.
Me admiraba
observar que, estando todas las ovejas en un corral, a la voz de su pastor cada
rebaño seguía a este quien lo conduciría a prados verdes.
Al igual que los
discípulos en el Evangelio de hoy, yo nunca había entendido bien la figura del
Buen Pastor. Al presenciar la estrecha relación entre pastor y rebaño, entre el
pastor y cada oveja, la parábola cobró un significado más profundo para mí.
Al igual que el
pastor conoce a cada una de sus ovejas tú, Señor, me conoces por nombre. Estás
cerca de mí y me proteges con cuidado amoroso. Si escucho tu voz, me conduces
por lugares de luz y de paz y me llamas para que sirva de pastor a mis hermanos
y hermanas.
Pero a
diferencia de las ovejas que siempre reconocen la voz de su pastor y lo siguen,
yo no siempre reconozco tu voz. No siempre escucho tu voz. Como los discípulos de
Emaús, mis ojos y mis oídos están velados y no siempre reconozco. ni escucho tu
llamada. Misericordia, señor misericordia.
Oh señor,
concédeme la gracia de reconocer tu voz y ser buen pastor en mi hogar, en mis
relaciones con mi esposa tratándola siempre de manera amorosa, escuchándola, y
nunca olvidándome que ella es mi compañera y no me sirva.
Oh Señor, Que yo
sea un buen pastor en mis relaciones con mis hijos, Estando siempre dispuesto a
sacrificarme por ellos. Siempre estar listo escucharlos, guiarlos y corregirlos
cariñosamente…
The Knight of Our Lady.
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