Thursday, February 2, 2023

 

 la Luz del mundo

 

En el momento en que mi nuera se graduó de maestra con una especialidad en la enseñanza de Parvulitos (early childhood education) había pocas oportunidades de empleo en las escuelas públicas de Long Island.  Ella logró conseguir una posición en una escuela privada pero su objetivo era lograr un puesto en un distrito escolar público.

 

En los años siguientes el mercado comenzó a cambiar en parte debido a incentivos que ofreció el Estado de Nueva York a maestros veteranos para que se jubilaran.

 

El distrito donde yo trabajaba no era una excepción. Comenzaron a abrirse posiciones pero yo no quería recomendar a un miembro de mi familia por la crítica de la cual podría ser objeto.

 

Un buen día, una amiga cuyo criterio yo respeto mucho, me dijo, “ si yo tuviera un hijo o una hija de edad preescolar, me encantaría que tuviera una maestra como tu nuera”.

 

Recapacite y le sugerí a mi nuera que solicitara al distrito escolar donde yo trabajaba.

 

El día de las entrevistas había muchos candidatos y candidatas para los diferentes puestos. 

 

Al final del día pasé por la oficina del entrevistador y le pregunté qué tal había encontrado a los candidatos. Me dijo,” hay muchos muy buenos pero una jovencita pequeña, me impresionó de manera especial, es como si una luz de pronto se hubiese encendido en mi oficina”: ¡qué persona tan especial!

 

Le pregunté, “¿ cómo se llama esa candidata? “. Cuándo me respondió, le dije,” quiero que sepas que esa es mi nuera, pero mantengamos el secreto entre tu y yo”. …

 

   En el evangelio de hoy, según San Mateo, no solamente se nos llama a ser “la sal de  la tierra” sino también “ser la luz del mundo”. Y esto para que cuando el mundo vea esa luz,  glorifiquen a nuestro Padre  celestial que es el autor de toda luz.

 

Ciertamente estamos llamados a  hacer brillar nuestra luz mediante nuestras buenas obras para mayor gloria de Dios. Pero a los que nos preocupa glorificar a Dios por nuestras buenas obras, a veces se nos olvida reconocer la luz brillante en otros y muchas veces estos otros son personas cercanas a nosotros y muy queridas por nosotros.

 

Los dones, las capacidades, las virtudes, las buenas obras de una persona son reflejos de la presencia de Dios en su vida. Son regalos con los cuales Dios ha dotado a la persona. Al reconocerlos y ayudar a que esos dones sean reconocidos, estamos facilitando que su luz brille, para que los que vean esa luz reconozcan las maravillas que hace nuestro Padre celestial y le den gloria.

 

¡ Qué nuestras obras estén siempre dirigidas a la mayor gloria de Dios y de su santísima Madre, la Virgen Maria. Y que siempre reconozcamos la luz en otros y les ayudemos a que brille para mayor gloria de Dios!  ¡ qué así sea!

 

El Caballero  de nuestra Señora

 

 

 

 

 

 

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