Thursday, August 11, 2022

 

VIVIR LO QUE CREEMOS

 

Cuándo estaba en la escuela elemental, un día nuestra maestra de religión, una santa mujer, persona de oración y de vida contemplativa, nos hizo la siguiente pregunta, ¿qué santo te gustaría imitar?  No recuerdo las respuestas de mis compañeros de clase, pero sí recuerdo claramente lo que yo contesté. Dije, “me gustaría imitar a los mártires”. La maestra comentó, “que valiente eres “.

No es que yo fuera tan valiente, no lo era entonces y no soy ahora, todo lo contrario. Pero mi razonamiento era que el mártir al dar su vida en defensa de la fe va directamente al cielo. Mi respuesta fue motivada por el deseo de ganarme el cielo. Pero la verdad es que en aquel momento yo no entendía lo que el martirio supone.  ;¡ La ignorancia es atrevida!

La idea central de las lecturas de este domingo 20º del tiempo ordinario, ciclo C, es qué tenemos que estar dispuestos a vivir de acuerdo a nuestras convicciones, a lo que creemos, a nuestros principios religiosos, aunque vivirlos y defenderlos nos cueste la vida, nos lleve al martirio.

 

Esta semana pasada hemos celebrado la fiesta de San Lorenzo mártir, un mártir del siglo tercero de la era cristiana y también celebramos la fiesta de Santa Teresa Benedicta de la Santa Cruz, Edith Stein, una santa contemporánea que fue víctima del horrible Holocausto en Auschwitz. Lo que le caracteriza a ambos es que el fuego del Espíritu Santo, el fuego que Jesús vino a traer al mundo ardía en sus corazones.

 

En nuestros días también hemos recibido el testimonio de la vida del santo salvadoreño, Monseñor Óscar Romero y la del también santo sacerdote Rutilio Granda.   Ambos martirizados por defender los derechos de los pobres, por ser la voz de los que no tenían voz frente a un gobierno opresor.

 

En la iglesia ha habido santos martiries en todos los tiempos y en todos los países y continuarán habiendo siempre personas dispuestas a derramar su sangre por la defensa de la fe.

 

No creo que ni yo ni ninguno de nosotros seremos llamados a derramar nuestra sangre en defensa de la fe. Pero sí sé que el vivir nuestra fe día a día, preguntándonos en ocasiones que lo merezcan,

¿qué haría Jesús en esta situación?  y tratando de actuar, de responder, como Jesús lo haría, supone sacrificio, compromiso, convicción.

 

Vivir nuestra fe, responder como Jesús lo haría motivados por el ardor del fuego del Espíritu Santo que Jesús nos da en nuestro diario vivir es una forma de martirio. Y hay que tener en cuenta que a veces nuestro comportamiento no va a ser entendido por otros aún por miembros de nuestras familias. Pero esta es la conducta que nos va a ganar el cielo.

 

¡Que el fuego del espíritu Santo arda en tu corazón a fin de qué siempre actúes como Jesús lo haría!  ¡que Nuestra Señora, la Virgen Madre, nos guie!

El Caballero de Nuestra Señora

 

     

 

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