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BIENAVENTURADOS
(BLESSINGS)
Sexto Domingo del Tiempo Ordinario
Lucas, 17, 20-26
Mi lugar favorito en la tierra Santa es el monte de las Bienaventuranzas. Nunca me olvidaré que después de celebrar la santa Misa en la iglesia de las Bienaventuranzas en el tope de la montaña, tuvimos tiempo libre para salir afuera y llenarnos de la belleza de aquel lugar.
Me senté sobre la hierba, como lo harían aquellas personas que escuchaban a Jesús, y comencé a disfrutar del paisaje; el monte y allá abajo en la distancia, el lago, escenario de tantos acontecimientos evangélicos. La Paz, la tranquilidad, la sensación de la presencia de Jesús en la naturaleza y en los que allí estábamos, infundió todo mi ser…
En mi vida diaria, cuando necesito calma,
cuando necesito relajarme, me transporto en mi imaginación a aquel Lugar tan
especial y busco llenarme de su paz que me dispone para escuchar el mensaje de
Jesús y para ponerlo en práctica.
En el evangelio para este domingo, sexto
del tiempo ordinario, San Lucas a diferencia de San Mateo, nos dice que Jesús desciende
del monte a un lugar llano. Los estudiosos de la Sagrada Escritura nos dicen
que Jesús proclamó el mensaje de las Bienaventuranzas más de una vez. Es por esta razón que un evangelista lo
localiza en un lugar y otro en otro.
El mensaje, básicamente es el mismo no importa
donde sea proclamado. Es la esenciade la enseñanza de nuestro Señor
Jesucristo. Pero cada Evangelista lo
enfoca de manera propia.
San Mateo dice, “bienaventurados los
pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos “. Mientras que
San Lucas en el evangelio de hoy dice, “bienaventurados ustedes los pobres
porque de ustedes es el Reino de Dios”.
El enfoque de san Lucas en el evangelio de hoy, es un poco diferente al de san Mateo. Nos trae a la mente aquel pasaje de Isaías que Jesús leyó en la sinagoga de Nazaret, “el Espíritu …me ha ungido para traer la Buena Nueva a los pobres…” Tanto esta lectura en la Sinagoga como la primera Bienaventuranza de Lucas, nos hablan del trato preferencial que tenemos que demostrar por los pobres porque éstos son bien amados por Jesús. A nosotros nos toca hacer lo mismo.
Mediante las Bienaventuranzas, Jesús estaba tratando de enseñarnos una forma nueva de vivir. Él nos invita a vivir de acuerdo a la sabiduría del Reino de Dios. En este Reino, los pobres son benditos, se satisface a los hambrientos, se consuela a los que lloran y se ama a los enemigos.
Éste es el reto, esta es la llamada del Maestro a ti y a mí. Este es el ideal que tenemos que perseguir. Para lograrlo, contamos con el apoyo de aquella que recibió la primera Bienaventuranza de boca de su prima Isabel, quien exclamó,
¡ “bendita tú qué has
creído “!
El Caballero de Nuestra Señora
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