“ La falta de
fe de aquella
Gente… “
El miércoles de esta semana, día
tres, se celebra la fiesta de Santo Tomás apóstol, el apóstol de la duda.
Conocemos bien su historia, la noche de la resurrección cuando el Señor se
presenta a los apóstoles reunidos en el cenáculo, Tomás no estaba allí. Cuando
le informan que han visto al Señor
resucitado , dice que requiere pruebas…
Una semana más tarde, una vez más están todos
reunidos en el cenáculo, Tomás está con ellos y ahora llega Jesus e invita a Tomás a que meta su dedo en las
agujeros de los clavos y la mano en la en la herida en el costado. Tomás
responde con aquellas palabras que en muchos de nuestros países de habla
hispana decimos en voz alta cuando el sacerdote eleva la sagrada forma y cuando
eleva el Cádiz durante la consagración en la santa misa, “ Señor mío y Dios mío
“. “ Señor mío y Dios mío“.
Jesús le dice al apóstol, “ Tomás tú
has creído porque has visto, bienaventurados los que sin haber visto, creen “.
“ Bienaventurados, dichosos, los que
sin haber visto, creen “. Jesús está hablando,está lanzando un reto a ti y a
mí.
En los pasajes evangélicos que hemos
escuchado en los pasados dos domingos y el que vamos escuchar este próximo
domingo, el reto de la fe es central.
¿ Recuerdas el evangelio en que sus
calma la tempestad? El cuestiona a los apóstoles, “¿ por qué tanto miedo, aún
no tienen fe? “
La semana pasada cuando los
sirvientes de la casa de Jairo llegan a decirle, “ la niña ya está muerta, no
molestes más al maestro “. Jesús dice a Jairo, “ no temas, basta con que tengas
fe “.
Y cuando la mujer que sufría del
flujo de sangre se presenta ante Jesús para confesar que fue ella la que tocó
su manto, Jesús la tranquiliza diciendo, “ tu fe te ha curado “.
Y en el pasaje evangélico que
escucharemos este próximo domingo, Jesus se maravilla de la falta de fe de la
gente de su pueblo natal. Es tal la situación que, nos dice la sagrada
escritura, que Jesús no pudo hacer milagros en el pueblo, en su pueblo.
¡La fe, qué misterio tan grande, que
gracia tan especial que nos regala el Padre mediante el Hijo!
En mi juventud, durante mis años de
escuela superior, nunca sentí ningún tipo de duda en cuanto a mi fe. Más tarde pase por el tipo de crisis que
dicen los directores espirituales que es necesaria para que logremos una fe
adulta. Hoy día, mi oración frecuente es, “ creo Señor, ayuda mi falta de fe “.
Mi esposa y yo cuando oramos juntos antes de irnos a la cama, siempre pedimos,
“ señor aumenta nuestra fe y aumenta la de todas las personas por las cuales
hemos orado esta noche “.
Al igual que muchos de nosotros,
recibí el don de la fe mediante la gran fe de mi padre y de mi madre, de mis
abuelos, y de otros familiares.
Por un número de años visité con
otros misioneros la misión de nuestra diócesis en la República Dominicana. Muchas veces, el misionero piensa que va a llevar la fe a una
gente que no la tiene. Invariablemente el misionero encuentra que Dios ya
estaba allí antes de él o ella llegar a aquel lugar. Y que recibe de la fe
sencilla de gente humilde más de lo que es capaz de dar. Mi fe y la
de mis compañeros siempre se fortaleció mediante la fe sencilla de
aquella gente que encontramos en aquella tierra.
En Santa Brígida hemos tenido la
suerte de tener Santos sacerdotes que nos han guiado, basta mencionar al padre
Schaffer y al padre Gaeta, que en paz descansen, entre muchos otros.
Nunca olvidaré unas palabras de
Monseñor Martin, que en paz descanse también, dijo, “ no busques respuestas,
busca a Dios “.
La fe es la gran fuerza que nos
motiva, que nos empuja a vivir de acuerdo a lo que Dios manda. Hay que pedir
esa gracia todos los días.
¡ Que Dios nuestro padre nos conceda
aumentar nuestra fe cada día más!
El caballero de Nuestra Señora
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