Thursday, August 3, 2023

 

Señor, qué bueno sería quedarnos aquí “

 

Al ser testigos de la Transfiguración del Señor, los discípulos, Pedro, Santiago y Juan, presenciaron y experimentaron un pedacito de la gloria de Dios. Vivieron anticipadamente la felicidad que nos ha sido prometida a todos.  Por eso exclamaron. “Señor, que bueno sería quedarnos aquí”.

 

Ellos y sus compañeros tuvieron la dicha de vivir en la presencia de Jesús durante la vida pública de éste. En esta ocasión recibieron un privilegio más, ver, experimentar, sentir la Gloria de Dios.

 

Dicen los maestros de la vida espiritual que el gran reto de nuestra vida es caer en cuenta que Dios vive en nosotros, que está siempre presente en cada uno de nosotros, que nos conoce por nombre, que nos AMA.

 

Dice el hermano Lorenzo, un religioso Carmelita, laico que vivió en el siglo XVII , que para poder vivir en la presencia de Dios, nos ayuda el detenernos unos instantes durante las diferentes ocupaciones del día y aún durante nuestra oración para renovarnos en la presencia de Dios. Para caer en cuenta que Él es, para alabarlo, para darle gracias, para descansar en su amor.

 

Esta práctica de reconocer su presencia frecuentemente durante nuestro día, nos ayudará a reconocerle no solamente nosotros sino también en las demás personas y en el universo que nos rodea.

 

Esta semana pasada tuve una experiencia de la bondad de Dios en mi vida y en la vida de mi familia, sentí su presencia continua en nuestras vidas.

 

Mi esposa, mi hija, mi nieta y yo estábamos de vacaciones. Acabamos de almorzar y estábamos listos a emprender el viaje de regreso a Long Island.

Cuando íbamos a subir al automóvil

mi nieta notó que una llanta delantera había perdido bastante aire. Recordamos que habíamos pasado una estación de gasolina antes de llegar al restaurant.

 

Nos dirigimos allí. Al llegar preguntamos si había alguien que podía chequearnos la llanta. Una persona inmediatamente se ofreció a ayudarnos. Comprobó que había un escape de aire en la llanta, pero nos informó que ellos no tenían las herramientas necesarias para arreglarla

 

Pero regresó a la oficina y con la ayuda de otra persona, buscaron en la computadora y encontraron un lugar cercano,  a menos de cinco minutos de distancia ,a donde podían ayudarnos.

 

Llegamos al lugar, los recibieron cortésmente, nos invitaron a sentarnos en un salón con sillones cómodos y aire acondicionado para esperar en lo que reparaban la llanta. Lo que hicieron en una media hora y pudimos emprender el viaje de regreso.

 

Dimos gracias a Dios porque el problema había surgido en un lugar donde pudimos encontrar ayuda inmediata. Dimos gracias a Dios porque todas las personas a quienes recurrimos, respondieron con cortesía y bondad.

 

Reconocimos y dimos gracias por la protección, el amparo, la gran bondad de Nuestro Dios que está siempre está con nosotros.

 

¡ Señor, qué bueno es vivir en tu presencia!

 

El Caballero de Nuestra Señora

 

 

 

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