CREO, SEÑOR
Entre las curaciones
milagrosas que hace Jesús devolviendo la vista a ciegos, mi favorita es la
curación de Bartimeo. Éste insiste en
que el Señor le atienda y una vez curado, abandona todo y sigue a Jesús por el
CAMINO. Es notable que Bartimeo deja su túnica, la posesión más preciada que
tiene. La túnica no solamente es vestimenta para cubrirse y para protegerse del
frío, sino también para sentarse a la orilla del camino. Abandona todo lo que
tiene y sigue a Jesús.
En el evangelio de hoy, el
ciego cuyo nombre no sabemos porque de esa manera todos podemos identificarnos
con el, no sabe quién es Jesús. Por tanto, el no pide ser sanado de su
ceguera. Es Jesús el que llama a este ciego para que mediante su cura se manifieste la gloria de Dios.
Jesús hace lodo y lo aplica
a los ojos del ciego. Dios Padre hizo lodo para crear a Adán. La acción de
Jesús nos recuerda la creación. Y el mandar al ciego a lavarse en la fuente de
Siloé, nos recuerda nuestro bautismo que nos abre los ojos a la fe.
Cuando el ciego da testimonio ante los
ancianos y fariseos que quien lo curo tiene que ser de Dios porque solamente
Dios puede hacer semejantes maravillas, ellos lo arrojan de la sinagoga.
Enterado Jesús, lo busca y
lo llama por segunda vez. El ciego exclama, “ creo Señor” y postrándose, lo
adora.
¿ cuántas veces nos ha
llamado Jesús a ti y a mi ? ¿ A que nos
ha llamado? Ciertamente, nos ha llamado
a transformarnos, a convertirnos. a
cambiar, a ver nuestra vida bajo una nueva luz; a la luz de la fe, nuestros
ojos abiertos a la Palabra
Pero creo que por el hecho que eres parte de
un grupo de oración o por lo menos, por el hecho que estás leyendo esta
reflexión, pienso que buscas una mayor intimidad con Jesús.
¿ cómo se logra esa mayor
intimidad con Jesús? La sagrada
escritura no nos dice que hizo el ciego después de postrarse y adorar al Señor.
Podemos conjeturar que se convirtió en uno de sus discípulos después de hacer
tan bello acto de fe. De Bartimeo, si sabemos que siguió a Jesús por el camino.
¿Cómo serían las conversaciones entre estos ciegos sanados y el Señor?
El secreto para lograr la
intimidad con Jesús consiste en dejarse encontrar por Jesús en la oración. A
menudo nuestra oración consiste de la recitación de oraciones que hacemos de
manera rutinaria mientras nuestra mente, nuestra imaginación y nuestra memoria
andan por otros lugares. Si queremos
dejarnos encontrar por Nuestro Señor para calmar la sed de Dios que sentimos,
tenemos que dedicar momentos durante el día a renovamos en su presencia y
algunos minutos diarios a retiramos a un lugar tranquilo y silencioso donde
podemos escucharle.
Hay que permitir que sea El el que hable, el
que nos encuentre, el que esté en control de nuestra oración. Que nuestra
actitud sea, “Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad”.
¡Que así sea!
El caballero de Nuestra
Señora
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